Durante los primeros seis meses del 2011, Novak Djokovic ha demostrado ser el tenista perfecto. Corre más que nadie, le pega a la bola más duro que cualquier otro, tiene el don de escrutar cada oponente y detectar al segundo los puntos débiles de su rival, como ha hecho ya en cinco ocasiones este año con el mismísimo Rafa Nadal En definitiva, el serbio es el mejor jugador del momento, capaz de ganar 48 de los 49 encuentros que ha jugado en este curso único para él.
A su excelso juego y sus estratosféricos números hay que añadir las enormes posibilidades de que dispone para mantener durante bastante tiempo el reinado en la ATP. El flamante campeón de Wimbledon puede conservar esa privilegiada posición con relativa facilidad hasta el inicio de la temporada que viene. Y tiene un porqué: el enorme colchón que posee respecto a sus dos principales perseguidores, Rafa Nadal y Roger Federer. La diferencia de puntos -de 2.015 respecto al de Manacor y de 4.065 con el helvético- es lo suficientemente amplia como para permitirle plantear el tramo final del año con la seguridad de llegar a Australia en lo más alto del ranking.
No solo eso. A la importante distancia en la puntuación hay que sumarle el favorable calendario hasta que concluya el ejercicio con la Copa Masters. Djokovic, primer serbio que alcanza el número uno, ‘solo’ defiende 3.390 puntos, concentrados principalmente en la final en el último ‘Grand Slam del año’, el US Open, y en el título conquistado en Pekín.
El panorama para el manacorense es mucho más complicado. El nuevo número dos del mundo tiene que hacer frente a los 4.220 que defiende esencialmente entre el torneo que se disputa en Flushing Meadows y el torneo de maestros que volverá a jugarse en Londres.
Un relevo cantado
Como quien no se consuela es porque no quiere, el mejor tenista español de la historia cuenta con la ventaja de haberse quitado la presión del número uno. Estaba cantado desde hace tiempo que perdería la condición de privilegio y, una vez consumado, ya sabe que no partirá como gran favorito en todos los torneos y que las miradas se centrarán en Djokovic, un jugador que ha crecido de forma sobresaliente en el aspecto mental gracias a la ayuda psicológica.
Más que el puesto en el escalafón, lo que más le inquieta al español es poder recuperarse bien de las secuelas físicas que le puedan dejar haber jugado infiltrado desde los cuartos de final en Wimbledon, y disipar las dudas que generó su juego en la final.
Ahí, en la central del ‘All England Club’, cometió demasiados errores no forzados e incluso una doble falta en el inicio de un juego decisivo.
Desde el minuto uno después de la derrota final, Nadal asumió que para poder ganar a Djokovic tiene que jugar menos nervioso y atenazado, convencerse de que puede acabar con su bestia negra de los últimos tiempos, ser más agresivo y no dudar en los momentos clave de los partidos. Si no, ya anticipó que pronto tendrá que explicar los motivos de su sexta derrota ante el balcánico, que solo falló en Roland Garros porque Federer le frenó en una de las mejores semifinales de la historia.
Mucho peor lo tiene precisamente el suizo. De aquí a final del 2011, Federer defiende la friolera de 5.530 puntos repartidos en Cincinnati y la Copa Masters, fundamentalmente. Por lo tanto, si las lesiones lo permiten, Djokovic afrontará el primer tramo de la próxima campaña en lo más alto. Nadal tendrá que esperar para volver a recuperar un puesto que ha ocupado durante más de 100 semanas. ¿Será capaz Nole de prolongar su reinado e igualar su excepcional inicio de temporada de este año?