Hay pocos torneos en el planeta donde Rafael Nadal se encuentre más cómodo. Como ya es habitual, en medio del desierto californiano, el de Manacor sacó lo mejor de sí mismo en un primer set impoluto. Sin embargo, en el segundo se limitó a dejarse llevar y a conservar su ventaja. Demoledor desde todos los puntos de la pista, el mejor deportista español de la historia demostró en el primer set del primer Masters 1.000 del año ante el también español Marcel Granollers que el parón tras el Abierto de Australia le ha ayudado para perfeccionar sus mejores armas.
Su saque, que devoró el resto de su oponente, le permitió ganar el 79% de los puntos con el primer servicio. Su derecha desde el fondo de la pista fue capaz de tirar abajo el muro que intentó poner el catalán más allá de la línea de fondo. Por ello, tras una hora y 26 minutos, el número 2 del mundo venció por 6-1 y 6-4. En su próximo duelo de Indian Wells se medirá a Dolgopolov.
A partir de un servicio muy depurado y un poderoso juego desde la línea de fondo, Nadal fue poco a poco edificando la victoria y desquiciando al número 26 del mundo. Desbordado ante lo que se le vino encima y descompuesto al no poder obtener soluciones para el ciclón que tenía delante, Granollers no encontraba el camino. Además, se empeñó en facilitar los ingredientes necesarios para la habitual rotura inicial del mallorquín: una doble falta por aquí y un error no forzado de revés por allí. Y obviamente, el balear no lo desaprovechó. Obtuvo un par de ‘breaks’ y cerró un gran primer set.
Después de comenzar frío y dubitativo, el pupilo de Fernando Vicente intentó probar nuevas vías. Se echó hacia delante e intentó variar el juego. Visto que era imposible competir desde el fondo de la pista ante el segundo cabeza de serie del torneo, procuró acortar los puntos. Pero era muy difícil. Nadal volaba de lado a lado de la pista cubriéndose con su derecha y pasaba al catalán cada vez que subía a la red.